viernes, 31 de agosto de 2012

El último ataque de histeria


Esta es la última entrada de “Un mes de histeria / Como la vida misma”, ambos títulos me gustan y pasado el mes no decidí con cual me quedaría. Ha sido un mes interesante, no pensé que esta locura llegaría a tener lectores, mucho menos seguidores, así que aprovecharé para agradecerles por haberse permitido perder el tiempo leyendo mis peperas, espero que al menos hayan sido entretenidas. Quiero agradecerle a Carlos (tú sabes quién eres) por sus mensajes privados y sus comentarios, que además de darme mucha risa me hicieron sentir que este blog cumplió su cometido: dar un poquito de felicidad; gracias por tu apoyo amiguito. También a Vanessita, que aunque hablamos ya para las últimas entradas fue chévere ese feedback sobre la Maracaibo sanguinaria y saber que me leía con frecuencia. Y por supuesto, a Mayli por sus comentarios y compartirme en su Facebook, es más de lo que esperaba como escritora de parte de una colega y gran lectora. Mari, sos un sol. Krizia y Daniela, aunque nunca me comentaron nada les agradezco por sus likes, aunque me hubiera gustado que dijeran algo, ustedes saben, uno siempre buscando aprobación.

Aquí estoy agradeciendo como si me hubiera ganado un Oscar o algo así, pero es que nunca había recibido tanta atención, al menos no por algo que hubiera decidido empezar por mi cuenta, por un proyecto personal. Debo confesar que me costó en algunos momentos, sobre todo por la falta de disciplina, aunque luego escribiera dos y tres entradas de golpe y las publicara. Sí, hice trampa, pero al menos las entradas las escribía en mi cabeza el día que debieron salir, así no salieran, ya fuera por la falta de internet, de tiempo o de sobriedad. Esta experiencia con la escritura me ha acercado de nuevo a ella y de una forma diferente, alejada un poco de la academia y más apegada a la realidad, a la vida diaria. Debo decir que este blog surgió más o menos por esa razón, porque siempre me abstuve de escribir al no producir nada elegante, nada sobrio, nada con clase, nada literario, al menos a mi parecer. Pero luego pensé, la literatura muta tanto como el lenguaje, sino el Quijote no tendría tantas adaptaciones, ¿no? El que lo ha leído en su escritura original –no digo idioma porque técnicamente es el mismo, castellano, español, el nuestro- sabe que es difícil entenderlo, y sabe que ya nadie habla en su día a día de esa forma. El que ha leído clásicos del siglo de oro español sabe que no están escritos de la misma forma que otros clásicos, como Cien Años de Soledad o algún cuento de Borges. Entonces, la literatura muta, y aunque es bueno tener maestros y tratar de imitarlos en cierto momento, pero uno debe seguir su voz, no dejarla acallar, porque si no, ¿a dónde iríamos? No digo que este proyecto sea la nueva literatura, no lo considero un proyecto literario, pero sí creo que este tipo de escritura debe tener algún lugar en el mundo, o al menos eso espero.

Carlos, sé que me pediste que siguiera escribiendo, mi mejor amigo también lo hizo. Solo les puedo decir que lo pensaré. Aún no sé si será en este mismo blog, porque me gustaría cerrar esta etapa, pero sí sé que no será un proyecto diario, es mucho compromiso para esta pobre loca desordenada. Pero bueno, gracias a todos por sus visitas, me voy con la misma emoción de hace un mes, cuando publiqué la primera entrada y vi 22 visitas en el contador. Jamás creí que 22 personas me leerían y mucho menos que ese número incrementaría tanto, en realidad no pensé tener más de 7 lectores, pero a los que nombré y a los que no nombré, ya sea porque no se manifestaron (aún pueden hacerlo) o porque me lo dijeron de formas inapropiadas (tú sabes quién eres, pimienta negra), gracias, gracias, ¡gracias! Espero que quieran seguir leyendo mis ataques de histeria en el futuro, y espero que me sigan pasando cosas interesantes para contarles, porque si no, ¿para qué la vida, no creen? Hasta pronto, queridos lectores, mis amigos invisibles -como dijo Uslar Pietri en su momento-, ojalá un día pudiera tomarme una cerveza con ustedes, para que el cariño dure más.

jueves, 30 de agosto de 2012

No lo digo yo, lo dice Bruce Lee


Hoy abro el Facebook y me encuentro con muchas de esas imágenes que supuestamente tienen frases dichas por las personas que aparecen al fondo de la foto, como Einstein, Gandhi y otros personajes ilustres, pero a diferencia de las muchas que veo a diario, hubo una que me llamó la atención.

“La clave para la inmortalidad es principalmente vivir una vida que valga la pena recordar”. Bruce Lee.

Hace un tiempo que decidí vivir bajo esa premisa, ignorando totalmente esa frase del astro del cine de acción. Aún no sé si esa frase la dijo él en realidad, como la mayoría de las que aparecen en esas foticos de Facebook, pero me gustó leerla allí, y me gustó la imagen. Un día pensé que lo que estaba haciendo no me divertía, así que decidí divertirme. Luego pensé que estaba gastando el tiempo en cosas que no me daban ninguna ganancia aparte de diversión, entonces decidí que al menos me dieran fama. No sé para qué sirve la fama o, mejor dicho, para qué puede a mí servirme la fama, por muy pequeña que sea, pero a medida que pasa el tiempo y uno va necesitando de los demás para lograr lo que quiere, entiende el significado del término contactos y lo valioso que puede ser tomarse una cerveza –recuerde que el cariño de cerveza es duradero- y sacarle una sonrisa con un chistecito a cualquier persona. Caer bien, o al menos ser agradable –no jalabolas- es gratis, y trae muy buenos resultados por lo general. Luego pensé que estaba gastando mucho tiempo y dinero en cervezas y, aunque me trajo mucho cariño duradero, historias que contar –y eventualmente escribir- y contactos agradables aparte de útiles, me di cuenta de que no tenía cómo utilizar a estos contactos, así que decidí hacer cosas que me divirtieran, me dieran “fama” y me trajeran beneficios reales, empezar a modelar la vida que me gustaría tener y, además, contar. En realidad lo hago todo más por tener algo que contar, y sobre todo, que sean cosas dignas de contar, que no todo sea sobre alcohol y risas, que son buenos, pero no lo son todo. Pensé que mis amigos me referían mucho a Bukowski, y como él es único e irrepetible y hay mucho mal imitador de él por ahí, decidí alejarme de esa vida por el viejo. Sí, dejé de beber por respeto a Bukowski, el que me diga que no es una razón válida no sabe nada de la vida.

Entonces sí, pienso que hay que vivir una vida que más tarde no te haga arrepentirte de no haber hecho tal cosa, sino de haber hecho tantas. Claro, tampoco digo que hay que volverse loco, siempre hay que buscar calidad en vez de cantidad, pero si se consiguen ambas, perfecto. La vida es muy corta, quizás demasiado, sobre todo actualmente (recientemente se descubrió que el tiempo está pasando más rápido, EN SERIO), sería una pena perderla en cosas que no te dejarán cosas que contar, y si no tienes a quién contárselas, al menos tener un buen recuerdo vendría bien en esa edad en la que se disminuyen las posibilidades de hacer lo que no hiciste. No lo digo en son de autoayuda, ese nunca es mi son, mi son es el tripeo, y me disculpan el academicismo pero espero tripear hasta el final.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Demasiado


Cada vez sube más el número de amigos que se irían demasiado, se han ido demasiado, se irán demasiado o se quieren ir demasiado. Mentiría si dijera que no quisiera irme demasiado, creo que todos quisiéramos irnos, ¿no es así?

Más allá del boom creado por este inofensivo video llamado Caracas, ciudad de despedidas, ir al exterior a pasear o a estudiar es algo que siempre ha estado en nuestro subconciente como una buena opción e incluso como símbolo de estatus. Este no es otro texto de los muchos que salieron analizando el video, su repercusión ni su calidad, mucho menos voy a defenderlo o atacarlo, solo hablaré un poco de eso de las idas y las venidas.

Siempre nos la pasamos viajando, ya sea a través de la música  en la oscuridad de nuestros cuartos o en un buscama en busca de otras temperaturas y aventuras. Nos vamos de vacaciones, nos vamos de paseo, nos vamos a otro mundo, nos la pasamos yéndonos y eso está bien. Me he ido muchas veces, tantas que ya no creo en el regreso, pues cada vez que llego adonde voy siento que estoy volviendo, y cuando me vengo a Maracaibo, y digo me vengo porque aquí está la casa donde crecí, siento que me estoy yendo a Maracaibo, no volviendo. Los viajes, sean cuales sean los motivos, son viajes del alma, ya sean a Cabimas o a Alemania. Y les digo, disfruto ir a Cabimas.

Personalmente, yo me iría demasiado para estudiar, pues a lo que me quiero dedicar, que son las lenguas clásicas, no puedo estudiarlo a profundidad en este país. Y no solo es por eso, sino porque me gusta conocer otras tierras, otras gentes, otras iglesias –cuando llego a algún lugar lo primero que visito son sus iglesias-, otras formas de vivir el día a día. Me emociona pensar en la comida, en que voy a estar pelando y no estará la opción de comprar un paquete de harina PAN y un cartón de huevos sino lo que sea que coman los pelabolas en ese país. Porque así me concibo, como una pelabolas, no hay mejor vida de turista si no es como pelabolas, pero solo de turista, y solo por un rato, porque ustedes saben, la pobreza no compra la felicidad. Como pelabolas se conoce más, porque somos mayoría y tenemos más cosas que buscar caminando por la calle, porque no tenemos carro. Tenemos que andar preguntando, buscando ofertas, entre todos nos ayudamos porque todos estamos pelando. Claro, tampoco es estar de indigentes, la indigencia no es nada agradable ni eleva el espíritu, sino conocer, saber, el día a día, la rutina, me parece algo muy emocionante y sociológicamente interesante, porque aunque esté adentro siempre lo miro desde afuera, al menos cuando no me duele la cabeza. En fin, irse a cualquier parte es entretenido, es parte de la vida, solo hay que saber a dónde irse y qué se va a hacer. Pero cuidado con irse demasiado buscándose a uno mismo, porque si no te sabes encontrar en tu propia casa no lo harás en ningún lado. Nuestras casas hay que conocerlas bien, no se pierdan, solo tienen dos ambientes: cabeza y corazón.

martes, 28 de agosto de 2012

Amigos de cerveza


Hoy me encontré a mi mejor amigo en la calle, de pura casualidad. A veces me pregunto cómo puedo tener de mejor amigo a un pelirrojo, pero luego recuerdo que solo lo veo una vez al año, o algo así. Nuestra relación se ha ido formando a través de internet, bajo circunstancias un poco fuera de lo común; aunque también influye el hecho de que no tiene los ojos verdes y no es pecoso.

Tenía mucho tiempo sin verlo, de hecho no me había visto desde mi sonado cambio de look, de cabello alisado, que muchos creían natural, a mis rizos naturales que han causado cierto impacto, ya que son muy bonitos y nadie se esperaba que mi cabello fuera así. Aún no entiendo el culto por el cabello liso, hablan de practicidad y la verdad encuentro más práctico salir de la ducha con el cabello mojado e ir de una vez a la calle que estar una hora secándolo o planchándolo y correr si medio empieza a lloviznar. Bueno, entonces mi amigo va saliendo de su nuevo trabajo y va hacia su casa cuando el carrito pasa frente a donde yo estoy, él decide bajarse porque me reconoció y así saludarme. ¿No es una belleza? El primer impulso fue llevarlo a una heladería nueva para que luego llevara a su novia y así la contentara luego de todos los problemas que tienen por su falta de delicadeza, y después caminamos religiosamente el camino de las curdas.

No entiendo aún el poder de la cerveza, y no me vengan con que su poder es ser alcohol. Ni el ron, ni el vodka, ni el tequila ni ninguna otra bebida alcohólica une tanto como la cerveza. Las demás te hacen perder el conocimiento algunas veces, olvidas el amor que te hicieron profesar por lo que sea, desde una empanada hasta un cuerpo, en cambio el amor que nace en la cerveza es para siempre, o al menos es más duradero que el ratón. Esa debe ser la clave de nuestra amistad, que en nuestro encuentro anual siempre hay unas cervezas, y el cariño que nace de la borrachera nos alcanza para todo el año.  No sé, esto lo estoy escribiendo desde la cerveza y quizás no tenga mucho sentido, pero lo que voy a decir se lo he dicho más veces sobria que ebria: amigo, te quiero mucho, aunque seas un pelirrojo sentimentalmente idiota con la delicadeza de una yuca. Déjate de estar plantando a tu novia tan boleta, me quedé dormido no es la mejor excusa después de tantas veces, y menos aún si es la verdad. Y deja de decir que no te quieres casar, porque sé que lo harás, por la mata de limón y por los hijos que no te voy a bautizar pero igual me querrán más que a sus católicos y aburridos padrinos. Hasta luego, me iré a quedar dormida. Por cierto, mis amados lectores, a ustedes también los quiero mucho, desde la cerveza y todo.

lunes, 27 de agosto de 2012

Me llamo Carmen, por dios, ¡Carmen!


Hace rato escuchaba una canción que me gusta mucho por dos razones: se llama como yo, Carmensita, y suena como yo, pues es muy guapachosa. La canción es de un artista venezolano que ha vivido toda su vida en Estados Unidos, llamado Devendra Banhart, lo que seguramente explica por qué escribió mal ese diminutivo, todos sabemos que debería ser “Carmencita”, hasta el mismo Word lo sabe. Entonces, esto me lleva a repensar en algo en lo que he venido pensando desde hace algún tiempo.

Me llamo Carmen. Mi nombre es realmente común y fue muy popular en una época, lo que me hace tocaya de gran parte de las madres, abuelas y tías de mis amigos, de hecho me llamo Carmen por mi abuela y por mi madre, Carmen Josefina y Libia del Carmen. De hecho, mi nombre es hasta latino, pues viene directamente del latín carmen, carminis que significa poesía, y en conjunto con mi segundo nombre, Lucía –por mi padre, Lucio-, proveniente del latín lux, lucis (luz), da como resultado algo como “poesía de luz”, o “poesía luminosa”. Qué belleza, ¿no? Con ese ejemplo fue que me enamoré del latín perdidamente, pues mi profesor siempre usaba mi nombre como ejemplo para demostrar que la influencia del latín sigue siendo innegable hasta nuestros días y que por eso sigue siendo importante estudiarlo, para saber que lo que estamos diciendo no salió de la nada, o algo así. Muy adorable.

Con todo esto voy a lo que en verdad me indigna, que es lo siguiente: ¿cómo coño hay gente que escribe mal mi nombre? Es algo que realmente me molesta, me indigna, me hace perder puntos en el bajo porcentaje de esperanza que aún tengo en la humanidad. En serio, me llamo Carmen, ¿cómo te equivocas escribiendo mi nombre? Cuando me presento me cantan “Carmen, se me perdió la cadenita” y siempre me río, porque qué más queda; me dicen “la que contaba 16 años” y les respondo con un “ay mijo, ojalá” tratando de que sueñe lo más de doña posible para que me miren raro y piensen que soy más vieja de lo que parezco. Otros más cultos hacen referencia a la ópera Carmen de Bizet y aprovecho para decirles que soy coralista, y así tenemos una conversación agradable gracias a la feliz coincidencia. Vale decir que esos no son los que se equivocan con mi nombre, sino las personas con las que hablo a diario o al menos frecuentemente. Más de una vez me ha saludado por el chat algún compañero de clases o un amigo con un desafortunado “hola carme” que me lleva a preguntarme qué he hecho mal en esta vida para que me quiten la N final, porque la mayúscula no me molesta. Rebájenme, pero por favor, ¡no me mutilen!

No conforme con esto, una vez estaba en un local nocturno con unos amigos y, al percatarse de nuestra belleza tan grosera, se nos acerca un fotógrafo de un portal de internet de esos que reseñan la vida nocturna de la ciudad a inmortalizarnos en un .jpg para la web, acto seguido nos pide nuestros nombres y se va. Al día siguiente revisamos la página y allí estaba la foto, y en el pie nuestros nombres. Todos nos sorprendimos por lo increíble del hecho de que haya escrito bien el nombre de una amiga que nos acompañó ese día, parecido a Yuxzilibexth o algo así de actual, y que a mí me haya identificado como “Camrne”. ¿En serio, pana? ¿Camrne? Lo peor es que este cuento solo lo puedo escribir porque echarlo es imposible, no sé cómo se pronuncia esa vaina.

Espero que en el futuro estas horribles cosas dejen de suceder, aunque ya el daño con Devendra Banhart está hecho. Una lástima, tanto que me gusta esa canción.

domingo, 26 de agosto de 2012

Presidenta, deme diez panes


No entiendo cómo alguien puede lanzarse a presidente de un país sabiendo que no tiene chance. ¿O es que acaso no lo saben? Más allá del dinero que pueden gastar en una campaña, el cual se sabe que es una cantidad considerable, ¿será que no le temen al ridículo? Un amigo me decía que ellos no saben que están haciendo el ridículo. No sé, pero si una persona ni siquiera sabe cuándo está haciendo el ridículo, no creo que sea una buena opción a considerar para ser el dirigente de un país.

En realidad la política no me importa mucho, pues la mayoría de los políticos son unas ratas que solo piensan en su enriquecimiento personal y les vale nada lo que pase en el país, sobre todo en un país como este donde puedes convencer a la mayoría con comida barata o regalada, total, barriga llena, corazón contento, ¿no? Espero que toda esa comida los ayude a calmar la tristeza de tener que salir a la calle a ligar que un malandro ni te mate ni te robe. Pero bueno, la pelota de la inseguridad está más que rodada y no venía a hablar precisamente de eso acá, sino de gente como María Bolívar.

Ay dios, si son malos.
María Bolívar es dueña de una panadería en La Curva o algo así supe hoy, pues la verdad no me había interesado mucho en esta señora que fue a Globovisión a decir barbaridades que al final nos resultaron graciosas a unos cuantos e imposibles a otros más. Sea cual sea la reacción que haya causado en general, no puedo evitar pensar en el 8 de octubre, cuando los votos sean contados y se diga cuántos obtuvo cada candidato. ¿Cuántos podrá tener esa señora? ¿100, 200? No sé, pero espero que llegue siquiera al 1%, igual que los demás candidatos que he decidido llamar sin chance. Los llamo los sin chance porque son candidatos poco o nada conocidos que, aunque traigan las mejores intenciones, su falta de desenvolvimiento en la farándula política los hace inexistentes para la gente que sale a votar por los que sí llevan chance, es decir, los que llevan más tiempo en la política, dando la cara, hablando y besando niños y viejitas aunque no hayan hecho unceví en ninguna de sus gestiones.

Entonces, pienso en ese 8 de octubre, en esa señora acompañada de su comando de campaña o su familia oyendo los resultados. ¿Se sentirá fracasada por los pocos votos obtenidos o feliz de que personas más allá de sus seres cercanos hayan decidido darle su voto, así haya sido solo for the lulz? Y luego de esto, en su día a día, atendiendo su panadería, ¿soportará las burlas de la gente, llamándola la que llegó detrás de la ambulancia? ¿Cómo puede vivir así una persona, bajo la sombra de un fracaso y un ridículo nacional? No sé, son cosas que siempre he pensado con cada candidato sin chance que he visto, incluso hay algunos que no conozco sino hasta que cuentan los votos o veo el tarjetón y me hacen decir “mi aaaalma, ¿y ese de dónde salió?”, me intereso en ellos durante los 3 segundos que me lleva decir esa frase y luego voto y me voy. Pongo el ejemplo de María Bolívar porque es la que ha formado más revuelo recientemente, hace poco fue Diego Arria y ya casi nadie lo recuerda, pero de seguro lo ven por la calle y se ríen un poco a sus espaldas, recordando su ridículo, o algo así. Lo mismo debe pasar con Claudio Fermín, aunque él me cae muy bien porque tiene una voz muy graciosa. En fin, es una pequeña reflexión, originada por la cosita que me dan estas personas sin chance, sobre todo María Bolívar. Espero poder pasar un día por la panadería Mayami y verla sonriente, lo más probable es que sea así, y pedirle que me venda un choco. Debe ser horrible comprarle un choco a una panadera deprimida.

sábado, 25 de agosto de 2012

Baby Nokia: Te extraño


Hoy salgo para Maracaibo y me estoy preparando para ese viaje de 12 horas. Últimamente he hecho tantas veces ese trayecto que ya me parece una cosa cualquiera, y los preparativos van disminuyendo a medida que uno se acostumbra, como ocurre con todo. Antes me llevaba cualquier cantidad de comida, ahora me llevo un chocolate y una botella de agua de medio litro. Uno aprende que mientras menos cosas lleve, más cómodo es todo, obviamente. Una de las cosas que no puede faltar en mis viajes es la música, pues no puedo leer ni escribir en un vehículo en movimiento, a menos que quiera redecorarlo todo con lo que haya en mi estómago. Sin embargo, en este viaje de regreso -¿cómo sabe uno cuando regresa a algún lado?- la cosa ha sido un poco más complicada, porque estoy estrenando un iPod suenan aplausos grabados. Finalmente tengo algo de esa avalancha comercial y mediática llamada Apple, y no porque lo haya comprado, sino porque me lo gané en un concurso –al fin Twitter me sirvió de algo. A pesar de que es un reproductor pequeño en tamaño –modelo Shuffle- y en capacidad -2GB-, meterle música fue, como dicen en Gales, un cojeculo. Menos mal que está tan de moda eso de tener iCosas, que ayuda no me faltó de parte de mis amigos en Twitter, así que luego de 14 horas de batalla con ese jinete del apocalipsis llamado iTunes, logré meterle unas cancioncitas al aparatico, y espero no aburrirme de ellas en un buen tiempo porque qué ladilla, pana.

Entonces digo, ¿cómo se pone de moda algo tan complicado? Será que soy muy doña, pero esos conocimientos solo te sirven para ayudar a los que vayan cayendo en las redes de Apple y para poder fanfarronear entre los muchachitos hipsters estos, tan seguidores de Apple. No estoy despotricando de la marca ni de los muchachitos hipsters esos, solo me parece una cosa muy curiosa cómo una marca puede volverse una especie de culto y sinónimo de status social, ni siquiera económico porque cualquier pelabolas puede tener un iPhone, pero eso lo vuelve chévere/alternativo automáticamente. Si me preguntan yo me quedo con el pendrive-mp3 de pantallita LED que me ha acompañado por 5 largos años, porque este aparatico shuffle no tiene pantalla, pero igual se agradece porque fue gratis y, según me cuentan, así nuevecito vale lo mismo que lo que gasté esta semana en Caracas. También me dicen que es de muy buena calidad y me va a durar mucho tiempo, vamos a ver si me dura tanto como mi antiguo Baby Nokia, cómo quisiera verlo de nuevo para poder despedirme de él como merece. Pues sí, señores, tengo iPod, y le puse de nombre Erpo, porque más o menos así me siento con él*.

*Esto solo lo entenderán si vieron La Pelota de Letras, y no me siento como el chamito sino como el papá del chamito, medio confundida.

viernes, 24 de agosto de 2012

Peso máximo: 30Kg


Mañana me devuelvo a Maracaibo, y lo más difícil de dejar una ciudad, al menos para mí, siempre es hacer la maleta. Personalmente soy un desastre haciendo maletas, o tal vez no y lo que soy es muy práctica. Tengo una maleta algo pequeña, no llega ni a un metro de alto y de ancho medirá como 40-50cm, y hago magia con ella. Con esa maleta he viajado con el coro incontables veces y he sabido meter los uniformes, zapatos, partituras y cualquier cantidad de frascos sin que se derrame ni uno, bueno, una sola vez se me derramó un poquito una crema limpiadora y mi drama y arrechera fueron tales que creo que el frasco se asustó y no se ha vuelto a derramar. Lo peor es que me pasó en Brasil, luego de 10 horas en un avión y mi compañera de habitación me dijo “muchacha cálmate, fueron 10 horas en un avión, más bien todo está perfecto, este trajín es para que se te hubieran abierto todos los frascos”. Y bueno, por eso me calmé, por la suerte que tuve según mi compañera. Pero eso no es lo curioso.

No sé cómo hago, pero para todos los viajes me llevo exactamente la misma cantidad de ropa. Así fuera cuatro días a Caracas a cantar, o una semana a Mérida, o dos semanas a Barquisimeto, o durante el casi mes que estuve en Brasil, siempre la maletita chiquita. No es solo el tiempo que haya estado en esos lugares, sino el clima: en Mérida no hacía tanto frío cuando fui, pero cuando fui a Brasil con el coro llegamos a São Paulo y, para los no entendidos –como yo antes de bajarme del avión-, queda en el sur de Brasil, pegadito a Argentina, lo que quiere decir que en esa vaina hace mucho, mucho frío, ¿oyó? Y sobreviví, con la misma ropa que me llevo a Barquisimeto, pasé un poco de frío, sí, pero sobreviví, y la mayor parte de mi estadía la pasé muy cómoda. ¿Cómo hice? No sé, y eso que hasta me llevé ropa sucia. Aaaaaay Carmeeeeen qué cochina chica. Es que siempre se me olvida lavar la ropa para los viajes con el trajín de los pasajes y demás trámites, así que la maleta incluso va un poquito más pesada con eso. Qué vergüenza.

Sin embargo, a pesar de que la lleno de ropa, y con los uniformes del coro era peor porque eran varios, siempre me queda un pequeño espacio y allí puedo guardar los souvenirs que compre durante el viaje. Mis amigas siempre me pasaban al lado con sus maletas de 2mts y los bolsos que tenían que comprar allá para meter las cosas que no le cabían en sus maletotas y me decían “ay Carmen, yo no sé cómo haces, pero quisiera saberlo”. Supongo que soy una tipa con suerte, no sé cuál es mi secreto con las maletas, es que no sé hacer maletas de otra forma, quizá por eso no me sorprende mi habilidad. Pero siempre pienso que cuando uno anda de viaje lo importante es lo que se siente, lo que se percibe con todos nuestros sentidos, por eso no llevo cámara –tampoco tengo- ni tomo casi fotos con el celular, a menos que me parezca algo muy gracioso y que no podré explicarles a mis amigos al llegar. Al final lo que quedan son los recuerdos, y los recuerdos no son reproducciones fieles sino construcciones de nuestra memoria basadas en imágenes y sentimientos, así que me enfoco en pasarla bien para tener una bonita construcción en mi memoria en el futuro, y pasarla bien no incluye andar cargando con una maleta que pese lo mismo que yo. Al final la única maleta que en verdad disfrutaremos en el futuro es la de los recuerdos, esa es la que se debe llenar, pero con cuidado, porque si la llenamos demasiado con cosas inútiles, el sobrepeso también nos saldrá caro.

jueves, 23 de agosto de 2012

Mensajes subliminales


A todos nos han llegado mensajes de texto extraños al celular, desde los equivocados más equivocados en la vida hasta los que eran para nosotros, pero parecían escritos por alguien drogado con quién sabe qué cosa. Mis amigos dicen que los mensajes que llegan a mi celular son clase aparte por lo extraños y por las personas que los envían, la mayoría de amigos estudiantes de filosofía. No es por nada, no tengo nada contra los de filosofía, pero están fritísimos. Por esto, he decidido organizar una especie de Top 6 con los mensajes de texto más raros que me han enviado al celular, sin mencionar a los remitentes por supuesto, si llegan a leer este post nos entenderemos después; y si lo están leyendo, disculpas de antemano por no haberles dicho antes lo ridículos que me parecieron sus mensajes.

6. Este no recuerdo muy bien qué decía, pero sí recuerdo que era tan largo que llegó dividido en dos partes y en todo el mensaje había... ¡cinco adverbios! ¿Cómo usas cinco adverbios en 260 caracteres? Felizmente, agradablemente, tardíamente, mente, mente, mente... Eso es de locos, definitivamente.

5. Este tampoco recuerdo exactamente qué decía, pero fue enviado a las 2 de la madrugada para decirme que había descubierto un truco en un juego de Facebook y que al fin había podido pasar de nivel. Si lo hubiera tenido enfrente lo hubiera hecho pasar del nivel del mar del coñazo por haberme despertado, pero en cambio le envié un texto todo poético mandándolo a comer... 

4. “Feliz día de san Cirilo y san Metodio”. Este mensaje en realidad fue enviado por mí un 14 de febrero a un amigo que admira mucho a estos santos, sobre todo a san Cirilo por el alfabeto cirílico, y casualmente el 14 de febrero es día de ellos además del popular san Valentín. Lo raro es que el pana me envió exactamente el mismo mensaje UN AÑO DESPUÉS, luego de una discusión que nos tuvo varios meses sin hablar, hasta ese día, claro, pues la curiosidad me mató. Tremendo loco.

3. “Lo siento, me encuentro materialmente excluido”. Me costó entenderlo a la primera, pero luego entendí que me quería decir que estaba pelando y que no podía ir a beber con el grupo. De nuevo tenemos un adverbio innecesario, como la frase en su totalidad.

2. “Saludos afectivos y combativos buena mujer, espero que te encuentres bien”. Dude, ¿en serio? Este mensaje lo recibí hace dos días de un pana súper izquierdista y revolucionario mesmo, y aún no paro de reírme. Recuerdo que cuando lo recibí me vi obligada a compartirlo –igual que todos los mensajes raros que me llegan- y los amigos que estaban conmigo en ese momento me dijeron “chama, ese va para el top de los mensajes más raros que te han enviado”, pero sin embargo no es el más raro, aún falta el ganador, el perturbador, el inolvidable...

1. “Con la lanza enhiesta”. Ese ha sido definitivamente el mensaje de texto más traumático y menos sexy que me han enviado, aunque la intención claramente haya sido esa. Lo peor es que me lo enviaron en medio de una fiesta y ya había bebido algo, así que lo compartí a vox populi y fue como reactivar la rumba con carcajadas a niveles hasta ese momento desconocidos para mí. Aún hoy mis amigos me preguntan “¿y cómo está la lanza? ¿Sigue enhiesta?”. La verdad es que espero no saberlo nunca, aunque las malas lenguas dicen que esa supuesta lanza no llega ni a dardo, y me alegro de poder vivir con esa duda.

Espero que hayan disfrutado este ranking y que hayan aprendido algo nuevo para molestar a sus amigos si algún día les place. Si tienen algún amigo de filosofía o carreras afines que presente alguna de las características anteriormente descritas, por favor, no dude en darle un cariaco y hacerlo entrar en razón, y si es amigo en común conmigo, no olvide persuadirlo de buscar otra víctima para sus arranques comunicacionales de medianoche. Porque si me enviaran esos mensajes en horas de oficina, seguramente otro gallo cantaría.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Maracaibo criminal


Hoy hablaba con unos amigos de aquí de Caracas sobre las diferencias entre Caracas y Maracaibo, y entre las muchas risas que nos causaba la imitación que uno de ellos hacía sobre unos gangsters maracuchos, caímos en el inevitable tema de la inseguridad. Es curiosa la diferencia entre los crímenes que se cometen en Caracas y los de Maracaibo: mientras acá la norma es el atraco y los enfrentamientos entre bandas, en Maracaibo el crimen es más organizado y es más visceral, por así decirlo. En un post reciente hablaba sobre los malandros de por mi casa, pero creo que no les conté a qué se dedican mientras no atracan a los visitantes no-vecinos del sector: se dedican a clonar tarjetas de crédito, es decir, son tarjeteros. Esta modalidad ha tenido mucho auge en el crimen organizado zuliano de los últimos años, además de la mega industria del secuestro y extorsión, solo que a estos dos últimos se dedican personas con perfiles más altos que unos simples malandritos de Veritas. Sin embargo, no venía a hablar del crimen organizado, sino de ese otro crimen tan recurrente en Maracaibo, el crimen visceral.


Lo llamo crimen visceral porque ya no sé si sea pasional, no sé realmente qué te puede llevar a matar a una persona a machetazos. Eso justamente me comentaba mi amigo, que ese tipo de crimen no se ve en Caracas ni en el resto del país, que esas son vainas de Maracaibo, esos crímenes horrorosos. La verdad no he escuchado de ese tipo de asesinato en otros sitios del país, y me parece curioso que ocurra tanto en el Zulia. La gran pregunta es ¿por qué? La verdad no tengo la respuesta, pero sería algo digno de estudio, creo yo. Mi amigo también me habló de esos crímenes horribles que llegan a la prensa nacional con titulares como “Joven mata a su madre con un taladro” y la reseña empezaría con algo como “Jesús Morales, de 19 años de edad, asesinó a su madre al pedirle que le bajara el volumen de la música de rock pesado que estaba escuchando. El joven ante la insistencia de su madre se alteró y luego de someterla le perforó la cabeza en forma de cruz con el taladro y con la sangre de su progenitora dibujó un pentagrama satánico donde colocó el cadáver, presuntamente para llevar a cabo un rito. Vecinos dicen que pertenecía a una secta satánica...” etcétera. Además de la redacción paupérrima que pretende resaltar la relación entre el “rock pesado” y el satanismo que siempre ha asumido la mayoría de imbéciles que conforman nuestra incólume sociedad, también me parece algo lleno de morbo, y no quito que el crimen de hecho sea horroroso, pero no lo hacen solo para relatar el crimen, sino para sugerir que los rockeros somos satánicos y matricidas. Apartando esto, lo que en realidad me sorprende es que mi amigo me dice que esos crímenes también sean algo que ocurre casi siempre en Maracaibo, que en el resto del país no son tan recurrentes.

Entonces, ¿será que en ese sentir zuliano viene incluida esa violencia morbosa y horrible que sin querer ha hecho famoso a nuestro estado? No sé, pero la verdad es que por encima de todo el horror que puedan causar estas noticias, me parece muy curiosa esa relación que tan espontáneamente hizo mi amigo entre dos cervezas. La violencia ya no solo es parte de nuestro día a día, parece ser que ahora también es parte de la idiosincrasia de cada región del país. ¡Llévatelo!

martes, 21 de agosto de 2012

Ateos de nacimiento


La verdad yo nunca creí en dios, a pesar de haber crecido en una familia católica muy temerosa de él. Recuerdo que mi abuela –antes de volverse loca y maldecir a la Chinita en el hospital en plena feria- siempre me decía que tenía que ser obediente a dios y tenerle miedo, mucho miedo, porque si no iría al infierno. También me decía que no podía comer cochino ni sus derivados porque la biblia prohibía comer animales de pezuña hendida, y muchas cosas así, siempre usando como argumento el miedo a los castigos de dios. Debo decir que siempre fui una niña muy racional, así que nunca me cuadró el cuento de ese tipo todopoderoso castigador al que debía hacerle caso y tenerle miedo, y mucho menos entendía por qué le tenían tanto miedo si nunca lo habían visto. Entonces pensé que las personas le tienen miedo a lo desconocido, y por eso se aferran a sus rutinas, así sean rutinas llenas de miedo, lo cual me parece excesivamente chimbo. Todo eso lo pensé a los 7-8 años.

No sé, vi esta imagen en Facebook y me dio
mucha risa. Genius!
Antes de toda esa reflexión, ya me parecía absurdo tener que rezar todas las noches antes de acostarme, aunque igual lo hacía porque mi mamá y mi abuela me obligaban, y me imagino que me veía muy bonita rezando porque no dejaban de mirarme sonriendo. Sin embargo disfrutaba más rezarle al ángel de la guarda porque rimaba y me parecía un ángel muy pana pues, a los 6 años era chévere pensar que podía andar por allí tranquila porque tenía un ángel invisible caminando a mi lado y cuidándome, creo que fue el único amigo imaginario que tuve en la infancia, y me parecía realmente útil porque siempre me la pasaba cayéndome, así que cuando me caía me ponía brava con él y me lo imaginaba distraído por allí hablando con los otros ángeles que cuidaban a los demás niños. Luego simplemente desapareció, como todos los amigos imaginarios.

Después, cuando ya era más grande -9-10 años- y mi familia vio que no lograron asustarme con dios, trataron de vendérmelo como alguien chévere, muy bueno, que nos amaba a todos. Entonces no entendía por qué había tantos niños por allí sufriendo en la calle o en hogares chimbos, pasando hambre, enfermos de cosas feas y eso. Y la verdad me sentía muy extraña, porque todo el mundo creía en dios y yo quería creer, pero simplemente no podía, nunca pude.

Luego de eso, por varios años no me preocupé por el asunto de dios y la religión, me daba muy igual, hasta que llegué a esta edad y mis amigos empezaron a casarse y tener hijos. Ese no era el problema, sino que se veían obligados a excluirme de asuntos importantes para ellos por el hecho de que yo no creyera en el catolicismo. Mi mejor amiga quería ponerme de madrina de su boda, pero no lo hizo por eso y terminó poniendo a una prima suya, su argumento fue “yo te quiero mucho, pero sé que no crees en dios ni en el matrimonio y necesito de madrina a alguien que me ayude a creer en lo que estoy haciendo”. Yo respeto eso, normal, pero me parece una cosa muy curiosa desde un punto de vista socio-antropológico. Lo mismo ocurre con mi mejor amigo, que me chantajea con ser la madrina de sus hijos. Siempre me ha gustado la idea de apadrinar, creo que sería tremenda madrina porque quiero mucho a mi amigo, pero me dice que no puede darme ese papel porque no creo en el catolicismo; aparte de eso, me echa broma diciendo que no habrá fuerza en la naturaleza que le impida evangelizar a mis hijos cuando los tenga. Qué cosa tan divertida es la religión. Es como un club al que no puedes entrar sin membresía o algo así. Pero esa es la parte divertida.

Una vez hablaba con una amiga sobre el espíritu, que uno atrae lo que le pasa, y eso. Recuerdo que le hablé de una amiga que fue abusada de niña y por eso no creía en dios, entonces mi amiga me dijo que seguramente eso le había pasado porque no había dejado entrar a dios en su corazón. De verdad que me tuve que controlar para no decir lo que quería decirle, simplemente dije “pues qué bolas que pienses algo así de una niña abusada, no sé cómo pretendes convencer a alguien de creer en dios con semejante argumento”, o algo así, pero de verdad, wtf dude? ¿En serio piensas así? Pues creo que estás entendiendo mal a tu dios, como muchas otras personas. Dios debería venir con un manual para la gente así, hasta donde sé, Jesucristo predicó el amor al prójimo and shit, ese amor creo que incluye la comprensión, la humanidad, ¿sí saben a lo que me refiero, no? Tipo que te corra sangre en las venas, que sientas por los demás. Yo vivo así, creo en esas cosas, siempre me ha gustado ayudar a los demás y no lo hago en espera de ningún cielo, con una sonrisa de agradecimiento (o no) me basta. Creo que de eso se trata ser humano.

lunes, 20 de agosto de 2012

Le arruiné la vida


Ahorita estaba escuchando a La Lupe, también conocida como La Yi-yi-yi, para los no entendidos es una cantante cubana que se hizo muy famosa en Nueva York, cantaba salsa, boleros, son y otros ritmos caribeños. Era muy amiga de Tito Puente, con quien tiene varios discos. Este material es muy difícil de conseguir en internet, pero he tenido suerte. La Lupe tenía una voz muy potente, algo ronca, y sus canciones por lo general son sobre el desamor. Justo estaba oyendo la canción que abre el disco The best of La Lupe, llamada La Tirana, y me hizo recordar algo que prometí contarles hace unas entradas.

Tan bellos mis amigos,
hasta un meme me hicieron.
Mis amigos dicen que le arruiné la vida a un ex, la verdad yo no lo había visto de ese modo, de todas formas contaré un poco de esa historia y al final ustedes me dirán si se la arruiné o no. Durante un tiempo, hace como tres años, se volvió una conversación recurrente entre mis amigas lo tontos que podían ser los estudiantes de Administración de la URBE (Universidad Rafael Belloso Chacín), una de las universidades privadas más populares del estado. Yo me imaginaba que sí, pues hasta el momento no había conocido a alguna persona seria que estudiara esa carrera en esa universidad. Les explico: la URBE es como un kinder, con reglas de vestimenta absurdas e incluso con un timbre que señala los recesos, se supone que es muy segura y los padres por lo general inscriben allí a sus hijos para que no tengan que ir a morirse en LUZ, mi alma mater. Algunos de estos jóvenes no saben qué estudiar y la verdad no les importa mucho, pero han oído tanto que sin un título no son nadie, que deciden estudiar algo, y no sé en qué momento Administración de Empresas se volvió el comodín para los que no saben qué estudiar, y esto lo digo porque ellos mismos me lo han dicho, sin importar la institución de donde vengan. Piensen, ¿alguna vez han conocido a un estudiante o Administrador que les diga que siempre quiso estudiar eso, que su carrera lo apasiona? Por lo general dicen “todo en esta vida es dinero, mi trabajo es con dinero, así que siempre tendré trabajo”. Por favor, si algún administrador lee esto y puede refutarme hágalo, quiero pensar que tiene que haber alguien que no caiga en ese cliché.

Pero bueno, la historia es la siguiente: de tanto escuchar que los estudiantes de Administración de la URBE son tontos, quise hacer un experimento. Luego de uno o dos meses de búsqueda, logré conocer por internet a uno de ellos, pero no era muy común ya que hacía karate, practicaba el mahikari con muchísimo fervor –lo que siempre me ha parecido una locura- por lo que era un poquito budista y podía pasar mucho tiempo hablando con él hablando de libros, aunque no tuviéramos los mismos gustos, pues a él le gustaba más la ciencia ficción que la literatura que a mí me gustaba. Lo más genial era que le encantaba la ópera, imagínense todo lo que podíamos hablar de eso. Había logrado mi cometido, conocer a un estudiante de Administración de la URBE que al menos tonto no me había parecido, era considerablemente atractivo y un poco sifrinito, luego el reto ascendió, debía salir con él. Esto no fue muy difícil, lo que también quebró otro mito: una loca como yo sí se puede levantar a un sifrinito de la URBE, y eso es lo más raro que he hecho hasta ahora.

Salimos por un tiempo pero nunca me terminó de convencer, me parecía que allí había gato encerrado, todo era como demasiado chévere. Las cosas se empezaron a poner aburridas y los temas de conversación se fueron agotando, hasta que un día se lo comenté y me dijo que en realidad había fingido muchas cosas para llamar mi atención, como su gusto por algunas cosas y su supuesta avidez lectora. En realidad lo que me dio fue risa y llegamos a una discusión que terminó con una sarta de insultos infantiles que él me dijo a mí y que por respeto a ustedes y a su sentido común no voy a reproducir acá. Lo cierto es que me tranquilizó saber que no había conocido a ningún prodigio de Administración de URBE y que podía seguir perdiendo mi esperanza en el mundo tranquilamente.

¿Por qué dicen que le arruiné la vida? Porque un día me dijo que estaba aburrido de su carrera y que aún le faltaban dos o tres años, que sentía que ya había aprendido lo suficiente. Le sugerí que se cambiara al Cunibe, donde podría equivaler sus estudios, graduarse rápido como TSU y conseguir trabajo de una vez, que era lo que él quería. Tiempo después de terminar con él, mi hermana lo veía saliendo con regularidad del Cunibe, es decir, me hizo caso. Mis amigos dicen que le arruiné la vida porque lo hice cambiarse de una licenciatura a un TSU, que le arruiné su futuro. Yo digo que no es mi culpa que él sea tan tonto, ¿quién haría algo así si no es una persona muy tonta? Si además de tratar de engañar a un estudiante de Letras, también le haces caso, no eres muy astuto que digamos, querido amigo. Yo digo que no lo arruiné nada, pero igual me parece una historia divertida, algo cruel, pero divertida. Al fin y al cabo no todo terminó mal, pues una amiga de mi mamá lo vio trabajando como cajero en un banco al poco tiempo. Todos conseguimos lo que quisimos: él, un trabajo; yo, comprobar que me puedo levantar a un sifrino buenmozo y tonto sin tener que usar uñas postizas ni tacones ni cabello alisado ni ropa a la moda. Otra feliz historia de amor en Maracaibo.

domingo, 19 de agosto de 2012

Caracas no muerde tanto


Hoy llegué a Caracas y me recibió con un calor y un sol igualitos al de Maracaibo, lo que impidió que lograra mi pretensión de venir al lugar donde me quedaría en metro y así repetir mi primera experiencia en Caracas. 

La primera vez que vine a Caracas fue a los 18 años, durante el puente del 12 de octubre, día feriado de lo que sea, porque han cambiado tanto los feriados que de vaina el 25 de diciembre sigue siendo navidad. Recuerdo que para ese año (2008) aún se hacía el “Festival de los sueños”, un evento organizado por la Juventud PSUV para el cual traían poetas y trovadores de todas partes del mundo. En realidad el evento no me importaba mucho, sabía que se realizaba porque el año anterior, en el 2007, fui a la isla de San Carlos con unos amigos que iban para allá y yo no sabía de qué se trataba la cosa, pero la pasé muy bien porque llevaron artistas que me gustaron mucho a pesar de no conocerlos anteriormente y, por supuesto, porque todo fue a la orilla de la playa, entre la tarde y la noche. Entonces me embarco en esta aventura hacia una ciudad desconocida, llena de gente aún más desconocida, solo para conocerla un poco a ver si era tan maravillosa como contaban. El festival se desarrollaba en Galipán, un pueblito que queda en el Ávila, así que en realidad no conocí mucho de la ciudad en ese entonces además de los alrededores de Bellas Artes y el teleférico, sin embargo fue una experiencia muy interesante andar sola en el metro y contar con la ayuda de tantos desconocidos, rompiendo así los mitos de que la gente acá es muy odiosa y de que la ciudad es un monstruo gigante, o de que es muchísimo más bonita que Maracaibo. La gente no me pareció odiosa, ni la ciudad un monstruo, y con respecto a su belleza, aún me sigue pareciendo que no se puede comparar a Maracaibo. En realidad ninguna ciudad se puede comparar a ninguna, cada cual tiene su encanto y punto.

Lo cierto es que esa pequeña experiencia como mochilera fue muy enriquecedora para mí, pues me recordó que se puede confiar aunque sea un poquito en la gente todavía, pero hay que saberla escoger. Muchas personas en Galipán me ofrecieron auxilio, como no tenía para una posada una familia me ofreció un colchón en su abasto para pasar la noche, pero luego conocí a un transportista de allí que se ofreció muy amablemente a llevarme a la otra parte del pueblo, porque además de todo estaba perdida, el concierto era en San Isidro de Galipán y yo estaba en San José de Galipán. Durante el camino conversamos mucho, casualmente el señor también iba a ese evento, y al llegar nos ofrecimos sendas cervezas y luego me perdí entre el público.

Entre todas las sorpresas de la noche, una muy agradable fue conseguirme a unos conocidos de Maracaibo que iban a tocar allá, y me ofrecieron quedarme en su carpa, pero me dio un poco de vergüenza porque no los conocía mucho, así que decidí dormir en la iglesia como hizo una parte de la gente que, como yo, no había previsto el asunto de la estadía.

Al día siguiente me desayuné con un café negro que me regaló la familia que atendía el negocio donde compré las cervezas la noche anterior, los cuales accedieron a prestarme la ducha a las 7 de la mañana antes de regresarme a Maracaibo. Después de bañarme con el agua más fría con la que me he bañado hasta ahora, me tomé el café, contemplé por última vez el mar desde la montaña y tomé el jeep que me llevaría de vuelta al teleférico, donde iba también un argentino que andaba en mi misma situación, pero que iba cantando con su guitarra y enamorando a las muchachas que iban en el jeep con su hermosa voz y sus ojos grises. Disfruté mucho esa escena, igual que bajar en el teleférico a las 8am un domingo. Luego de eso me fui al terminal de La Bandera, dormí unas horas en el piso a la espera de mi bus y a las 6 de la tarde ya venía de regreso a Maracaibo.

No me gustó mucho la música que tocaron, tampoco la poesía que leyeron, pero ha sido una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi vida, y, aunque suene un poco cursi y demasiado entusiasta, me enseñó que no se puede ser solamente de una ciudad, sino ser un ciudadano del mundo, lo que después me terminaría de afirmar un profesor y gran amigo en la universidad. Caracas no muerde, o al menos no muy duro, igual que el resto del mundo, pero de diferentes maneras claro está. Hay que saber transitar, cuidarse de sacar las manos deliberadamente por la ventana, y si no, aprender a disfrutar los mordiscos.

sábado, 18 de agosto de 2012

Será que Maracaibo me odia


Hay que ver que Maracaibo es una cosa seria. Me gusta pensar que las ciudades se pelean por mi presencia, es una forma de buscarle una explicación a las cosas tan raras que pasan cuando me voy de viaje, sobre todo a Caracas.

Hoy me voy a Caracas por unos días, y a Maracaibo no se le ocurrió otra cosa que ponerse lluviosa. Todos estos días ha habido una pepa de sol, terrible, con muchísimo calor, pero hoy, cuando tuve que salir a buscar un pasaje para Caracas al mediodía y en temporada alta, Maracaibo se portó bien. Siempre me hace esa gracia, ya sea a la ida o a la venida. La última vez que me fui huyendo a Caracas fue hace dos meses, cuando las temperaturas acá llegaban aproximadamente a los 50 grados, era insufrible. Entonces me voy a Caracas y aquí empieza a llover, a hacer friíto, bueno pues, no se sabía si esto era Maracaibo o Mérida, bueno, tanto así no.

Lo peor es que Maracaibo me engaña, me engatusa, porque cuando vuelvo de mis viajes la encuentro fresca, hasta un poco nublada, al menos los primeros días. Luego me aplasta con su calor y su sol horrorosos, y así vamos. Con Caracas es algo parecido, cuando estoy allá hace calor y cuando me regreso prenden el aire. Sé que esto no se debe a mí, sé que son fenómenos meteorológicos y que mi presencia es irrelevante, pero me gusta pensar que las ciudades viven y son malas, o al menos muy bromistas, pero de un humor negro como sus carreteras. Vamos a ver cómo me despide Maracaibo y cómo me recibe Caracas, y deséenme buen viaje para poder contarles mañana, porque con estas carreteras nunca se sabe, espero que las ciudades estén de buen humor y no me quieran hacer víctima de sus bromas pesadas.

viernes, 17 de agosto de 2012

Un fascista en Maracaibo


Hoy tuve una velada interesante con algunos amigos en la Calle Carabobo, y como siempre que estamos allá, terminamos hablando de cualquier tema filosófico o profundo, o como yo le digo, vainas de hombres borrachos. Empezamos hablando de ópera, poesía, idiomas, pasamos por astrología, religiones, experiencias sobrenaturales “inexplicables”, filosofía, la segunda guerra mundial y por supuesto, sexo. Vale decir que de todos los temas que discutimos solo creo en la ópera y el sexo, porque la ópera es la perfecta conjunción de todas las artes (poesía, teatro, música e incluso plástica) y porque gracias al sexo todos estamos en este mundo, así no nos guste mucho pensar en nuestros padres y abuelos en semejante faena, pero es así.

Sin embargo, mi atención se detuvo un poco en el tema de la segunda guerra mundial, pues con la cosa de Hitler, la Alemania nazi y todo eso, recordé dos anécdotas que me contaron dos personas cercanas a mí en determinado momento, empezaré con la más reciente.

Hace poco empecé a estudiar alemán en LUZ pero lo tuve que dejar por motivos laborales y monetarios, además de que no me gustaba mucho madrugar los sábados. En una de las muchas charlas que tuvimos con nuestra profesora, tocaya y coetánea mía pero psicóloga, en las que siempre le pedíamos que nos contara sobre los dos años que vivió en Alemania, nos contó que le interesaba la historia universal. Como todos sabemos, las guerras mundiales han sido –muy lamentablemente- los acontecimientos más significativos del siglo XX, y ella, aprovechando que estaba en Alemania, quiso buscar algún material en alemán sobre ese episodio, pero su búsqueda fue en vano. Curiosamente, en Alemania está prácticamente vetado el tema de la segunda guerra mundial y Hitler, la gente se hace la loca si le preguntas algo al respecto, les da mucha vergüenza. Imagino que ha sido difícil para ellos quitarse el estigma del nazismo, pero no sé si esa actitud sea la más correcta. En fin, qué chimbo por mi profesora, y qué chimba es la guerra que hace que esas personas se avergüencen de algo con lo que no tuvieron nada que ver, al menos la mayoría.

La otra anécdota nos la contó a mi mamá y a mí un amigo de ella, un señor italiano, viejito viejito, como de 90 y pico de años, que peleó en la segunda guerra mundial. Las marcas de la guerra se ven en sus manos casi inútiles, pues en el campo de batalla trató de protegerse de una explosión con sus manos y esas se llevaron la peor parte, menos mal que no las perdió. Ahora, la cosa realmente curiosa es la siguiente: ese señor peleó para Hitler, pero desde las filas de Mussolini, y lo más curioso del asunto es que no se arrepiente. Es fiel defensor del fascismo, y dice que las personas que lo critican no tienen ni idea de lo que están hablando, que Mussolini era un buen hombre y que Hitler era un loco. Jamás creí que tendría la oportunidad de conocer a alguien que hubiera peleado en la segunda guerra mundial, y mucho menos que me contara sobre su experiencia  en ella con tanta tranquilidad y convicción, y muchísimo menos aún que hubiera peleado para Hitler y Mussolini voluntariamente y aún defendiera el fascismo.

De todas formas la guerra no es un tema que me interese mucho, es sencillamente la máxima expresión de la infinita idiotez humana, y nunca nadie me podrá convencer de lo contrario, no se puede justificar lo injustificable.

jueves, 16 de agosto de 2012

Del amor y otros gases (II)


El aprendizaje de idiomas me parece una cosa muy curiosa, creo que por eso caí en Letras, por la fascinación que me causaba y me sigue causando el castellano con sus recovecos, trampas y sorpresas. Luego conocí al latín y fue amor a primera vista, pero no un amor de una noche, esto ya es un matrimonio y van como tres años de luna de miel, pero no vengo a hablar solamente de eso, sino de las formas en que un idioma se puede aprender.

Nuestra lengua nativa la aprendimos de nuestra madre, por esto también se le llama lengua materna, y en lingüística suele identificarse como L1, llamándose así L2, L3 y así sucesivamente los demás idiomas que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Ahora, la forma en que aprendemos las demás lenguas no es ni  parecida a la forma en que aprendimos nuestra lengua materna, y si alguno de ustedes ha hecho un curso de idiomas o simplemente vio esas funestas clases de inglés en el colegio puede saber a lo que me refiero. El español, suponiendo que es la lengua materna de todos ustedes, no lo aprendimos escribiendo ni leyendo, sino hablando, y luego aprendimos a leer y escribir; en cambio, el inglés o cualquier otra lengua la aprendemos primero a partir de la lectura y escritura y luego de manejar ciertas palabras o composiciones sencillas, empezamos a perfeccionar la expresión oral. Comprendo que no estoy diciendo nada nuevo, pero ahora les diré adónde voy con todo esto.

Muchas personas me han preguntado por qué estudio el latín si es una lengua muerta, es decir, nadie habla ese idioma. ¿Se han puesto a pensar por qué se dice que una lengua está muerta? Pues se le dice así porque no quedan hablantes de ella, pero con el latín pasa una cosa: en el Vaticano se sigue empleando para ciertas cosas, y en los seminarios se sigue enseñando, entonces no está tan muerta, ¿no? La cosa es que no se usa en el día a día, pero no está tan muerto tampoco, o al menos eso quiero pensar desde el sentimentalismo. Otra cosa es que siempre vemos a los padres en los ojos de los hijos, y eso es una cosa que sucede muy a menudo con el español (hijo) y el latín (padre), incluso en los defectos, ¿o ustedes creen que ese “aperturar” salió de la boca de alguna cajera de banco tukki así nada más? Es el latín manifestándose, pues el verbo “abrir” viene del latín aperire, y a pesar de que “aperturar” suene horrible, no pueden negar que se parece mucho a la forma antigua. Claro, esto no quiere decir que deba ser aceptada, al menos yo no lo aprobaría jamás porque sé que la persona horrible que inventó esa palabra no lo hizo pensando en aperire sino en “apertura”, pero lo que quiero decir con esto es que la sangre llama, así sea para cagarla, pues.

Toda esta reflexión surgió a partir de una cosa curiosísima que me pasó haciendo mi tesis (un análisis morfológico y traducción de 780+ oraciones y textos de latín a español), fue la siguiente: estuve casi dos semanas entregada a la traducción, día y noche –sin exagerar-, y sin darme cuenta ya le estaba respondiendo a la gente que me escribía por chat en latín, hasta que un día una amiga me preguntó en dónde nos reuniríamos el fin de semana y le respondí “apud Fulanito”, con lo que ella quedó, digamos, loca. ¿Apud? ¿Qué es eso? La palabra “apud” en latín es una preposición que tiene varios significados, pero el más común es “en casa de”, así que lo que quise decirle a mi amiga fue “en casa de Fulanito”. Quizás esto no les parezca gran cosa, pero desde ese día pienso que una lengua muerta entonces podría resucitarse, ¿no? Quién sabe, aunque como están los tiempos ahorita podrían volverme a mi querido latín una lengua zombie, toda fea, podrida y llena de “aperturares” por aquí y por allá, creo que la prefiero así como está, muerta, pero solo para mí, al menos en mi esfera social.

miércoles, 15 de agosto de 2012

El galán de Veritas


Hoy me pasó algo curioso, pero primero les explicaré más o menos dónde vivo:

Vivo en el sector Veritas, un sector muy popular de Maracaibo, cuya principal característica son las cañadas que lo atraviesan. Frente a mi casa pasa una cañada pequeña pero bastante amplia, mucha gente vive allí desde hace muchísimos años y la corriente nunca se ha llevado ninguna casa, pues en realidad no hay una corriente como tal, solo es una hondonada que se pone desastrosa con las lluvias. En esa cañada hay muchas ramificaciones, o callecitas, o callejones, lo que facilita que muchos bandidos puedan reunirse tranquilamente. Es decir, es una cueva de malandros. Sin embargo, en Maracaibo los malandros trabajan de una forma diferente, o al menos en este sector al ser popular pero no un barrio miserable. Aquí no hay carteristas, o al menos no se meten con la gente de por aquí, tal vez se metan a tu casa en la noche a robarte las sábanas que de dejaste secando en el patio –una vez en mi casa se metieron y se llevaron la ropa interior de mi tía, wtf-, pero no es muy frecuente, aquí son unos tipos organizados y ambiciosos, clonan tarjetas de crédito y cosas así, o simplemente se van a otros sectores a robar. En fin, la cosa es que para ir a 5 de Julio, una de las calles principales de Maracaibo, debo atravesar esa cañada, o al menos ese es el camino más corto, aunque desde hoy creo que dejaré la pereza. Les explico por qué...
Así NO son los malandros en Maracaibo.
Bueno, tal vez en La Limpia, pero eso es
un pueblo aparte.

Subiendo para 5 de Julio, ya saliendo de la cañada, están unos malandritos jugando futbol en la calle, y uno que venía bajando frente a mí, supongo que para unirse al juego, se detiene como 2 metros delante de mí, se quita la gorra, sacude el pavimento con ella y con un ademán que evocaba una reverencia muy cursi me abre paso y me dice “buenas tardes, princesa”. Esa vaina me dio demasiada risa, y los chamos que lo acompañaban se rieron también. No digo que no me dio miedo, me da pavor tener a algún malandro tratando de conquistarme y que me haga daño a mí o a mi familia por no pararle, pero sé que eso no pasará porque primero, no se meten con los vecinos, y segundo, no soy una tierrúa de esas que se roban los corazones de los malandros con sus uñas de 15cm y sus botas de peluche.

La cosa es que siempre he tenido una relación extraña con la gente de la cañada, aunque no hable con nadie, la verdad no conozco a casi nadie de por aquí. Cuando estaba de moda la telenovela Cosita Rica me decían Paula C cuando bajaba por la cañada, no entendí jamás por qué lo hacían porque en esa época estaba aún más gorda que ahora y me vestía de muchas formas menos pavita. No sé, es algo raro, los niños me tratan con respeto y los hombres y muchachos ni me miran, ni me dicen esas babosas buenas taaaaardesssss que le dicen a las demás, pero esa situación me hace sentir extraña, pues no sé si sentirme bien porque no me sadiquean ni me joden, o sentirme amenazada porque les caigo mal y me quieren atracar o algo. La verdad no sé, pero después de que una perra tratara de morderme subiendo para mi casa y el suceso con el galán de la gorra, creo que dejaré la pereza y dejaré de meterme por la cañada. Solo espero que por la poca frecuencia con la que los malandros me verán ahora no olviden que soy de este sector, de por aquí,  y me vayan a atracar o algo. Así es Maracaibo, señor turista, lo recordará igual que yo

martes, 14 de agosto de 2012

De Total Recall y otros demonios

Poesía audiovisual.

Hoy fui al cine a ver el remake de Total Recall. Para aquellos a los que ese nombre no les suene mucho, es esa película de 1990 donde Suarseneguer –nunca voy a aprender a escribir ese nombre, ¡NUNCA!- es un agente secreto a quien le borraron la memoria y va a Marte a que se le salgan los ojos por la falta de oxígeno, una de las escenas más memorables de la película, además de la prostituta de tres tetas. Con lo de la tipa de tres tetas seguramente dijeron “aaaaaah, yaaaaa”, sí, la debieron ver en algún momento por Venevisión, es de esas películas que pasaron hasta que les sacaron el color, como Mentiras Verdaderas o Beethoven. Ahora, ¿qué diferencia a Total Recall de esas otras películas? Lo que diferencia a los clásicos del resto de las películas, ¿y qué hace a un clásico? Al menos en el cine, lo que hace a un clásico es el impacto que creó en el momento y la época en que salió, y Total Recall tuvo un impacto muy grande en la época por sus efectos especiales, caso muy parecido a Blade Runner, películas que tuve que volver a ver porque mis amigos viejos me hablaban emocionados de ellas y nunca entendía por qué. Debo decir que ya entiendo por qué, y al menos desde mi opinión, es porque los efectos especiales y las secuencias le dan mil patadas a cualquier película de acción/ciencia ficción en la actualidad. Un amigo me dice que esto ocurre porque antes se afanaban más en las cosas y el público era más exigente, ahora es más barato e igual de ganancioso hacer una vaina caimán a computadora y vendérsela a los consumidores bobolongos de hoy en día.

Un ejemplo bastante evidente es la fiebre con el 3D. Ahorita agarran cualquier vaina y la lanzan en 3D, pero el problema no es eso, sino que quieren cobrar como si le pudieras dar un abrazo a Bambi y lo que hicieron fue ponerle un filtrico para darle un poquito de perspectiva a la vaina. Yo aún tengo un poquito de confianza en la gente, y cuando gente mayor que yo me dice que fueron a Disneylandia en los 80 y los efectos 3D eran para cagarse encima de lo espectaculares, yo les creo, porque lo dicen con la sinceridad de la melancolía, sobre todo al recordar el platal que perdieron para llevar a sus hijos al Sambil a ver una porquería 3D de esas que abundan en cartelera. Pero no venía a hablar de eso, sino del miedo que le tenemos a los remakes.

El humano es un animal de costumbre, por eso cuando algo viene a alterarle esa rutina que le da seguridad, se pone en alerta. Sinceramente, yo iba con miedo a que el remake fuese una total porquería, como ya había leído en algunas opiniones en internet, pero como la gente también dice que The Dark Knight Rises es mala –imbéciles-, decidí ir a verla yo misma. La verdad es que me pareció todo lo buena que puede ser una película de acción/ciencia ficción, quitando el hecho de que fuera un remake. A diferencia de otros remakes que he visto, esta fue una adaptación muy interesante, ya que conservaron los nombres de los personajes principales y algunas escenas emblemáticas del clásico, de hecho en algunas usaron la confusión y la ambigüedad y jugaron con el espectador de una manera que me pareció absolutamente genial, aún las recuerdo y digo “ok, eso fue genial”. Además de esto, los efectos excelentes y las secuencias tan bien logradas –no se perdió nada en ninguna, no hubo ningún momento en que dijera “ya va, ¿qué pasó ahí?” y eso conmigo es casi imposible en cualquier película- lo que más me gustó es que la historia fuera completamente diferente a la del clásico. Se arriesgaron y, a mi parecer y al de los cinco amigos que fueron conmigo, lo lograron, muy bien logrado.

Con esto lo que les digo es que pierdan el miedo, no los prejuicios. Claro, no todo el miedo, sino no habría sorpresas en sus vidas y además serían unos idiotas, porque no tener miedo a nada es de idiotas. Lo que digo es que la renuencia a las nuevas experiencias a veces nos hace perdernos cosas muy interesantes, vayan a ver Total Recall, al fin Colin Farrell la pegó con una película como personaje principal. Pero antes vean el clásico, siempre, siempre hay que respetar a los clásicos, sino Suarseneguer irá a pellizcarlos en la noche y podría matarlos... del susto, pues bien viejo y feo que está el pobre ya.

lunes, 13 de agosto de 2012

"Como gallina mirando sal"


Hoy hablaba con un amigo y me decía que mi madre se merece más posts en este blog, y tiene toda la razón. Mi madre es un personaje cuya presencia está regada por casi todas las entradas, ya que antes de escribir cada una y ponerme a pensar de qué c*** voy a hablar –mejor me empiezo a censurar desde ya porque lo que viene es candela- suelo recordar, la mayoría de las veces inconscientemente, algo que me haya dicho mi madre al respecto. Vivo con ella hace dos años y es como vivir con una amiga, con todo lo bueno y lo malo que esto puede traer, pero menos mal que son muchas más las cosas buenas (hola mami :D).

Las ocurrencias de mi madre son muchas y muy espontáneas, me ha costado documentarlas porque son fugaces y las dice una tras otra, pero cuando las recuerdo, sobre todo los refranes, es como poner un cd del Conde, o bueno, tanto así no, mi mamá no es así de vulgar, pero sí ocurrente. Ahora iré plasmando uno que otro refrán –con su respectiva “traducción”- importado directamente de ese pueblo fantasma entre Barranquilla y Cartagena de donde vino mi madre, una tierra muy pintoresca como verán, como toda la costa colombiana:

- Al que nunca ha tenido gallinas hasta la mierda le parecen huevos. Este es mi favorito hasta ahora, se refiere a la gente que se maravilla por las cosas nuevas con mucha facilidad o que se jacta de algo como si fuera el primero en descubrirlo, cuando en realidad ya tiene tiempo rodando por ahí y suele quedar en ridículo o resultar fastidioso.

Cuánto odio en una sola mirada.
- Lo miró como gallina mirando sal. Este le gusta a mucha gente, porque se imaginan a la gallina mirando de lado –ustedes saben, los pájaros tienen los ojos a los lados, no de frente como uno, porsia- y tratan de imitarla, entonces me preguntan “ya va, ¿cómo miran la sal las gallinas?” Bueno mis queridos ignorantes de la vida campestre, resulta que a las gallinas no les gusta la sal mucho que digamos, así que se imaginarán lo que quiere decir este dicho.

- Camina como burro trepando loma. Usado para burlarse de lo lindo que caminan las mujeres con esos taconsotes que tan de moda están, pero que deberían venir con un manual interactivo o clases particulares para aprender a usarlos. Sí mis hijas, así caminan, como un burro subiendo una loma. Quiéranse, porfa.

- Ando caminando como un loro. Esta imagen me da mucha risa, porque hace años tenía una lora, y los que han tenido loros o guacamayos saben cómo caminan. Este lo usa cuando está muy cansada y ya no puede ni caminar, o cuando los zapatos le molestan y le duelen mucho los pies. También lo usa para burlarse de mí cuando llego muy cansada de la calle, trollmom is troll.

(Sección +18)
- De algún culo sale sangre. Madre, por dios, detente. Detesto ese refrán por la imagen tan grotesca, sobre todo porque un amigo muy lindo una vez la relacionó con hemorroides y no puedo evitar sentirme solidaria con los que padecen este mal, que además de terrible es hasta cómico, lo siento. Este lo usa para DAR ESPERANZAS, ¿OK? Debajo de estas horribles palabras subyace un mensaje de fe y optimismo, que sería más o menos “todo mejorará, la solución existe, en algún momento aparecerá, y si no, resolvemos como sea, pero pa’lante”, o algo así, pero feo.

Y a continuación, tengo el horror de presentarles el refrán con el que decidí cerrar este post:

- Quiere cagar más arriba del culo. Esta joya de la sabiduría popular es un grito irreverente ante las personas que se creen superiores a los demás y quieren demostrar esa supremacía a toda costa, ya sea tratando de erguirse tanto y sacar pecho que se dobla hacia atrás y parece una paloma (seguro mami tiene un refrán para eso y aún no lo suelta) o esa gente que se la quiere dar de muy fina y llega pidiendo un guinedo –en Maracaibo se dice mucho guineo en vez de cambur- en la frutería, o mejor aún, esa gente sifrina ‘e barrio con su comportamiento súper ridículo, que no hace más que dar risa con sus botas de peluche y sus franelillas de tiritas Ovejita –usadas al mismo tiempo, a veces con un leggin en vez de un jean- por la vida.

Bueno, espero que hayan disfrutado este post, y si no, le preguntaré a mi madre qué refrán les puedo dedicar por sapos. Hasta la próxima.

domingo, 12 de agosto de 2012

La Esquina del Tango

Mi abuela y mi abuelo el día de su boda.
La princesa y el showman.

Quizás no les he contado, pero mi familia ha estado vinculada al medio artístico de la ciudad desde hace bastante tiempo, quizás no directamente, pero sí algo. Si vamos de adelante hacia atrás, mi hermana ha participado en varias obras de teatro con la escuela municipal de teatro en los escenarios más importantes del estado, yo fui coralista durante cuatro años en instituciones como el Orfeón de LUZ (la mejor experiencia que me pudo dar la universidad, ni siquiera la carrera), el Sistema Nacional de Coros y Orquestas y en últimas fui parte de Cantat Vocal, con quienes me fui a Brasil el año pasado y ganamos el primer lugar internacional de coros de cámara, el logro más preciado que tengo hasta ahora. Mi madre tiene una voz preciosa y siempre le ha gustado la literatura, de hecho ella fue la que me introdujo en ese mundo; mi padre es gaitero desde hace como mil años, aunque nunca se dedicó de lleno a eso; a mi tío hace muchos años lo llamaban “el ruiseñor” por su voz tan hermosa, y era muy solicitado en un puesto de comida rápida cercano al apartamento de ese entonces, como lo escuchaban cantar desde la calle le rogaban que bajara a cantar y a tocar el cuatro a cambio de comida, un muy buen negocio. Mi abuelo era un showman antes de casarse con mi abuela, bailarín como ninguno era muy solicitado en la alta sociedad de ese entonces, hasta a un crucero fue a dar pero esa historia no me la sé muy bien pues cuando se casó con mi abuela se dedicó por completo a ella.

A mi abuela le reservo un lugar aparte en este post porque fue una mujer impactante, y aún lo sigue siendo. A pesar de sus 88 años conserva la misma elegancia de siempre, su caminar erguido y su carácter tan bravo. En la época de oro del cine mexicano acaparó más de una mirada por su belleza, pues la comparaban con María Félix, aunque mi abuela me parece más bella que la diva mexicana. Por este motivo se ganó el apodo de Doña Bárbara, aunque no fue solo por el parecido físico que se lo ganó. Lamentablemente mi abuelo murió a los 10 años de matrimonio con mi abuela a causa de la diabetes, así que mi abuela tuvo que hacerse cargo de la economía familiar con los bienes de mi abuelo. Menos mal que siempre fue un paso adelante a las mujeres de la época y se le ocurrió una idea brillantísima: abrir un bar. Pero no cualquier bar.

La Esquina del Tango fue una especie de templo a Gardel, su cantante favorito, y cuyos cuadros adornaron el local desde el primer día. Este bar quedaba en un sector muy popular, el sector Veritas, exactamente en la esquina de la avenida 11 con la calle 84. Para evitar que los borrachitos entraran en él, mi abuela se dió el tupé de vender una de las cervezas más caras de Maracaibo, por lo que el local se volvió exclusivo y solo entraban ciertas personas, sobre todo artistas y personalidades de la ciudad. La señora propietaria del local era muy famosa por su belleza y muchos hombres caían rendidos a sus pies, lo cual muchas veces era una molestia, así que el apodo de Doña Bárbara se lo ganó por su parecido a María Félix y el revólver que siempre la acompañaba. Mi abuela siempre me hablaba con cariño de su revolvito, como ella le decía, ya que cabía perfectamente en su cartera y nunca llamó la atención, excepto cuando tenía que sacarlo para controlar esas situaciones que se crean cuando manejas un bar.  Aunque ya el revolvito forma parte del pasado, aún es conocida en el sector como Doña Carmen, y todo el mundo se refiere a ella con mucho respeto y consideración. Esa es mi abuela, una verdadera doña, la doña que me gustaría ser algún día, incluido el revolvito.

Ahora, terminemos con un fact muy maracucho: ¿Ustedes saben Ricardo Aguirre, el monumental de la gaita? Bueno, el era muy asiduo de ese bar junto a muchos otros gaiteros, y el día de su muerte lamentablemente iba saliendo de allí, de La Esquina del Tango. Este hecho no aparece reseñado ya que el bar desapareció hace mucho tiempo, y como por allí queda un bar que era más o menos contemporáneo al de mi abuela, quedaba al lado y aún sigue en pie, pues muchos dicen que la cosa fue saliendo de El Bodegón de Veritas, sitio que se popularizó entre los gaiteros que buscaban una cerveza más barata que en La Esquina del Tango, y aún sigue siendo popular entre este gremio. Pues sí, eso pasó, aunque quizás es mejor que sigan diciendo que la cosa fue en ese bar, no vaya a ser que le echen la culpa a la doña bella del bar de al lado, y mucho menos a Gardel, porque si se meten con él ni mi abuela ni el revolvito los perdonarían jamás.

sábado, 11 de agosto de 2012

Perdóname


Apenas ayer me enteré de la existencia del término crooners, y su significado y contexto histórico social me sorprendieron un poco. Un crooner es un trovador, se usa –o se usaba- para referirse a un cantante masculino de voz grave y profunda, aunque en la época se usaba más con un tono burlón o peyorativo, por lo que cantantes como Sinatra se molestaban o al menos preferían no ser llamados crooners. Me recuerda un poco a lo que sucede en la actualidad con los hipsters, aunque estos muchachitos quisieran tener un onceavo del talento que tenían los hipsters de aquella época, quienes seguramente hubieran hecho llorar a estos niños que ahora se hacen llamar hipsters con solo soplarles el humo de sus tabacos en la cara.

En fin, esto de los crooners llegó a mí gracias a Facebook, ¿quién lo diría, no? Me encontraba jugando SongPop con dos amigos que siempre me retaban con esta categoría, y no entendía de qué se trataba hasta que una de ellos me lanzó un wikipediazo en la cara para que no le siguiera preguntando al respecto. Para los no entendidos, SongPop es una aplicación que se supone pone a prueba tus conocimientos musicales, pero creo que en realidad lo que prueba es lo rápido que puedes mover el mouse para seleccionar la opción que crees correcta. En los retos todos los artistas que me salían eran cantantes anglosajones que en su época hicieron morir de amor a más de una y aún estando muertos lo siguen logrando hoy en día, y de verdad me sorprendió cuando una de las opciones llegó a ser Julio Iglesias, pues era el único hispano que me había salido hasta ahora. No es por dudar de las capacidades de Julio Iglesias, pues está más que demostrado que es tremendo artista, pero no imaginé que un cantante hispano fuera considerado un crooner, lo que me hizo pensar un poco con respecto a este asunto.

Nino Bravo, para los no entendidos.
Una belleza, ¿no?
Si echamos una mirada hacia atrás, digamos unos 40 años, encontramos una gran cantidad de cantantes masculinos que hicieron su agosto con las mujeres de la época, usando como armas esos pantalones ajustaditos de botas acampanadas, las camisas desabotonadas hasta el pecho y, por supuesto, esos peinados que actualmente están de moda entre las señoras. En diversos idiomas, este modelo de artista se reprodujo alrededor del mundo, y como no había internet las cosas no llegaban tan rápido a latinoamérica, aparte de que hablar inglés no era imprescindible como en la actualidad, por lo que se hacían versiones en español de éxitos anglosajones, como My way, que llegó acá como A mi manera, y ustedes me dirán si triunfó o no. Algunos dirán veeeee, estás descubriendo el agua tibia, pero no me importa. A lo que quiero llegar es que en el mundo hispano tuvimos nuestros crooners aunque no fueran llamados así, y nombres como Camilo Sesto, Nino Bravo, Leonardo Fabio, Raphael –oh, Raphael, cuántas conversaciones incómodas con mi abuela me has dado por culpa de tu sensualidad-, Gardel, ¡Pedro Infante! No han dejado de sonar ni un solo día y siguen ganando seguidores aún en la actualidad. Una de esos seguidores soy yo, y por eso me he ganado que me llamen doña, pero ustedes me dirán, ¿son comparables esas voces a alguna voz popular en la actualidad? No me vengan con Il Divo, pues esos muchachos aunque muy talentosos transmiten los mismos sentimientos y sensualidad de una nevera.

Antes se jugaban muchas más cosas, la cosa era más intensa, ahora todo es verse bonito y un par de escandalitos. Es cierto, estos crooners también venían un poco manufacturados y sus outfits los delatan, pero era otra cosa, ¿no? No sé si serán vainas de doña, pero yo estoy convencida de que sí. Siempre me despierta una gran curiosidad el hecho de que tantos hayan muerto violentamente, como Gardel, Infante y Nino Bravo –avión, avión, le gustó la vainita con el acelerador de su carro nuevo, ¿ven que eran intensitos?-; entonces me pongo a pensar, ¿y si aún estuvieran vivos? Me gustaría pensar que hubieran conservado un poco de su maravillosidad y no se hubieran vuelto una vieja fea como Camilo Sesto, o un negado a la vejez bañado en suéteres cuello de tortuga como Raphael. Yo igual los seguiré oyendo, pues me encantan, y espero que ese sentimiento nunca muera*.

*ESE sentimiento, pero a Sentimiento Muerto sí lo pueden dejar morir, por favor, se los suplico. Gracias.