O algo así, también podría ser árnica, o alcanfor. Toda mi vida he vivido a
pocas casas de un templo Adventista del Séptimo Día, pero ninguna vez he
interactuado con ni visto de cerca a alguien de allí. La verdad nunca he visto
a nadie allí, solo al vigilante que se encarga de guiar los camiones cisterna
por el estacionamiento cuando al agua le da por irse de fiesta a otras tuberías
por una semana o más. Lo mismo pasa con la Sociedad Hermética, de la cual me
separa una cuadra, y con el Templo Masón que me queda un poco más lejos: jamás
he visto a nadie entrar o salir de ellos, aunque con la Sociedad Hermética
quizás es un poco obvia la situación, si es hermética nadie entra y nadie sale,
¿no? O al menos así decía un buen amigo cuando pasábamos por allí.
El hermetismo de dicha sociedad se acabó el día que se acabaron los
recursos, imagino. Hace como 6 años empezaron a hacer ventas de garaje
-modalidad que no cuaja muy bien en esta sociedad- y fui a una por curiosidad a
ver si me topaba algún libro interesante. Luego de las muchas biblias me aburrí
y la entusiasta, linda y rubia señora que atendía me ofreció un Cocosette. A 5
bolívares me pareció caro y me fui, sin embargo ella no dejó esa sonrisa que ya
se veía medio gastada o incierta, quizás de tanto ofrecer Cocosettes y que te
los rechazaran, o de no vender ni una biblia. En fin, el asunto es que ella era
la única persona que había visto allí, y cuatro o cinco ventas de garaje
fallidas más tarde ya no estaba el letrero que decía SOCIEDAD HERMÉTICA y dos o
tres señores gordos cerraban las puertas con candado antes de irse. No he
vuelto a ver con interés esa casa, de hecho casi ni paso por esa calle, así que
ya no sé qué hay allí.
Con el templo masón me pasa lo mismo que con el templo adventista, solo veo
vigilantes o señoras de limpieza, y los miércoles -día de reunión de los
miembros- muchos carros y humo. Una amiga me dijo que eran adeptos a fumar
marihuana y beber hasta la inconsciencia los miércoles, jugar dominó y esas
cosas. Si Bolívar realmente era masón, puede que me agrade un poco si esa
costumbre era la usanza en su época. Aparte del letrero que decía TEMPLO
MASÓNICO REGENERADOR (no entiendo aún lo de “regenerador”, tampoco me interesa
mucho googlearlo) hay uno que hace referencia a una biblioteca. Una vez me
acerqué a ver si podía entrar, pero el vigilante vaciló para decirme el horario
o si podía o no, al final me ignoró y siguió oyendo su emisora AM con guaracha.
Ahora que lo pienso quizás fue porque soy mujer y esa hermandad es solo de
hombres, o quizás porque pensó -como mucha gente en esta sociedad bibliota*-
que solo los locos quieren entrar a una biblioteca y me ignoró para no meterse
en un peo.
El asunto es que hace dos días me pasó algo curioso saliendo del trabajo.
Caminando en sentido contrario al mío venía una mujer de cabello largo y
recogido, vestía falda y blusa del mismo tono verde horrible y unos zapatos de
abuelita que en conjunto era lo más desabrido que he visto. Cuando estuvo más
cerca vi que era joven, llevaba una pequeñísima sonrisa medio pendejita y
cuando pasó a mi lado, olí la brisa que dejó. Suelo hacer eso, la apariencia y
los olores pueden dar una imagen muy certera de alguien, o al menos eso suelo
pensar en mis compulsiones prejuiciosas. El caso es que la mujer de vestimenta
desabrida olía a algo mentolado o alcanforado, es decir, olía a vieja. Su
juventud, su olor y su ropa del mismo color del templo adventista me hizo
inferir que trabaja o venía de allí, además, tenía esa pinta de ‘evangélica’ o ‘testigo
de Jehová’ que todos conocemos. ¿A dónde voy con todo esto? Bueno, a dar cuenta
de algo que vengo pensando desde ese fugaz encuentro. La fiebre por Cristo te
envejece, te pinta una sonrisita pendejona en la cara, te hace vestir feo (a
menos que seas pastor(a) o vayas a alguna iglesia de gente con reales) y, en
conjunto con la apariencia vejucona, te hace oler a vieja. Las viejas tienen
diferentes olores, pero todos terminan en ungüentos mentolados, el alcanfor de
los escaparates donde guardan su ropa o ese olor a mierda de pájaro que siempre
acompañó a mi nana mientras tenía una lora, porque a las viejitas les gustan
los pájaros y no sé por qué. Entonces quizás Cristo también huele a pájaro,
cuando me cruce a otra persona que provenga del templo adventista se los
confirmo.
*Bibliota: Según una profesora, es la gente que compra y compra libros y no
lee ninguno. A veces me siento medio bibliota, pero creo que es una palabra que
puede adaptarse mejor a lo imbécil que es la gente en esta ciudad con respecto
a la literatura y las bibliotecas. Unos idiotas, pues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.