martes, 7 de agosto de 2012

Empleada del mes (II)


Pues sí. Como les decía en la entrada previa a esta, lo mejor del siguiente trabajo es que los clientes no molestan mucho por razones obvias.

- Correctora de obituarios: La muerte puede tener muchas ventajas, sin embargo no soy de esas personas que dice “pero si la muerte es algo natural, no deberíamos temerle o demonizarla”. Las personas que dicen eso lo dicen porque no han perdido a alguien, o son lo suficientemente  egoístas para pretender que la muerte de personas ajenas no les duela a los que no son tan ajenos a ellos. Al menos eso es lo que pienso de la muerte, aún no he perdido a ningún familiar cercano por este motivo, pero solo de imaginármelo me pongo a llorar como un bebé. De todas formas ese no es el caso. Trabajar con muerte es otra cosa. Se va como diluyendo lo sublime y se vuelve una cosa un poco más terrenal, sobre todo cuando la bola de paja está pasando por la oficina y entra la ejecutiva de ventas gritando “¡llegó un muerto!” y todos salimos de nuestra modorra  y se oye un “¡al fin!” por ahí.

Un obituario te dice mucho más que los datos del sepelio o del difunto, o al menos así he aprendido a leerlos. Un obituario es como un resumen de lo que pudiera ser la historia de una familia, o al menos así me gusta pensarlos. Por ejemplo, si se muere una señora, todos sus hermanos aparecen difuntos en la lista de familiares y no tiene esposo ni hijos, asumo que fue la hermana menor que “se quedó cuidando a mamá”, como es tan popular en nuestra sociedad. Otra cosa son los apellidos. Cuando se muere el esposo o la esposa y en la lista de hijos aparecen todos y cada uno con ambos apellidos, aparte de la arrechera que me da tener que repetir la misma vaina con cada nombre, pienso que es una familia de esas que piensan mucho en los apellidos, honores, tradiciones y demás especias. Pero es que de pana, ¿cuál es la necesidad de repetir ambos apellidos con todos los nombres? Ya sabemos que todos son Montiel Quiroz, por favor. Ahora, cuando se muere un señor y la lista de hijos es larga y con diferentes apellidos, solo puedo pensar en los cachos que llevo la pobre viuda, o ni tan pobre, capaz hasta feliz estará de que se haya muerto el desgraciado.

Pero el miedo más terrible que te puede embargar no es precisamente la llegada de la muerte, sino el absoluto terror de que cuando mueras... tu obituario salga con errores ortográficos. De verdad que me paro de la tumba a caerle a correazos a mis hijos o nietos y me da un infarto otra vez si me llegan a poner un “TQM !!!!” en el obituario (ya me tocó ponerlo una vez, ¿qué podía hacer? Al menos le puse los “¡¡¡” al principio para no sentirme tan sucia). Lo que me lleva a pensar en que quizás podría dejar mi obituario escrito de una vez, ¿no? Aunque después me arrepiento, total, ¿eso qué importa? Los que tendrán algo que decir serán los que se ocupen de mi cadáver, basta con dar testimonio de mi excesiva genialidad en vida como para seguir de pretenciosa desde la tumba, de verdad que sería demasiado.

Una última cosa, antes de ponerles nombres extraños u horrorosos a sus hijos –todos los que tengan una W, X, Y o TH atravesados por ahí-, piensen en lo feos que se verán en su obituario, y en lo que sufrimos los que pasamos 7 horas de nuestros días haciendo tan noble trabajo, y esto es con ustedes, padres de Eswer y Eskewer Fernández, los felicito por inventar los nombres más HORRIBLES que he leído y seguramente leeré en mi vida, deberían avergonzarse.

1 comentario:

  1. "...entra la ejecutiva de ventas gritando “¡llegó un muerto!” y todos salimos de nuestra modorra y se oye un “¡al fin!” por ahí."
    Epic xD

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