Hoy
me pasó algo curioso, pero primero les explicaré más o menos dónde vivo:
Vivo
en el sector Veritas, un sector muy popular de Maracaibo, cuya principal
característica son las cañadas que lo atraviesan. Frente a mi casa pasa una
cañada pequeña pero bastante amplia, mucha gente vive allí desde hace
muchísimos años y la corriente nunca se ha llevado ninguna casa, pues en
realidad no hay una corriente como tal, solo es una hondonada que se pone
desastrosa con las lluvias. En esa cañada hay muchas ramificaciones, o
callecitas, o callejones, lo que facilita que muchos bandidos puedan reunirse
tranquilamente. Es decir, es una cueva de malandros. Sin embargo, en Maracaibo
los malandros trabajan de una forma diferente, o al menos en este sector al ser
popular pero no un barrio miserable. Aquí no hay carteristas, o al menos no se
meten con la gente de por aquí, tal vez se metan a tu casa en la noche a
robarte las sábanas que de dejaste secando en el patio –una vez en mi casa se
metieron y se llevaron la ropa interior de mi tía, wtf-, pero no es muy
frecuente, aquí son unos tipos organizados y ambiciosos, clonan tarjetas de
crédito y cosas así, o simplemente se van a otros sectores a robar. En fin, la
cosa es que para ir a 5 de Julio, una de las calles principales de Maracaibo,
debo atravesar esa cañada, o al menos
ese es el camino más corto, aunque desde hoy creo que dejaré la pereza. Les
explico por qué...
Así NO son los malandros en Maracaibo. Bueno, tal vez en La Limpia, pero eso es un pueblo aparte. |
Subiendo
para 5 de Julio, ya saliendo de la cañada, están unos malandritos jugando
futbol en la calle, y uno que venía bajando frente a mí, supongo que para
unirse al juego, se detiene como 2 metros delante de mí, se quita la gorra,
sacude el pavimento con ella y con un ademán que evocaba una reverencia muy
cursi me abre paso y me dice “buenas tardes, princesa”. Esa vaina me dio
demasiada risa, y los chamos que lo acompañaban se rieron también. No digo que
no me dio miedo, me da pavor tener a algún malandro tratando de conquistarme y
que me haga daño a mí o a mi familia por no pararle, pero sé que eso no pasará
porque primero, no se meten con los vecinos, y segundo, no soy una tierrúa de
esas que se roban los corazones de los malandros con sus uñas de 15cm y sus
botas de peluche.
La
cosa es que siempre he tenido una relación extraña con la gente de la cañada,
aunque no hable con nadie, la verdad no conozco a casi nadie de por aquí.
Cuando estaba de moda la telenovela Cosita
Rica me decían Paula C cuando bajaba por la cañada, no entendí jamás por
qué lo hacían porque en esa época estaba aún más gorda que ahora y me vestía de
muchas formas menos pavita. No sé, es
algo raro, los niños me tratan con respeto y los hombres y muchachos ni me
miran, ni me dicen esas babosas buenas
taaaaardesssss que le dicen a las demás, pero esa situación me hace sentir
extraña, pues no sé si sentirme bien porque no me sadiquean ni me joden, o
sentirme amenazada porque les caigo mal y me quieren atracar o algo. La verdad
no sé, pero después de que una perra tratara de morderme subiendo para mi casa y el
suceso con el galán de la gorra, creo que dejaré la pereza y dejaré de meterme
por la cañada. Solo espero que por la poca frecuencia con la que los malandros
me verán ahora no olviden que soy de este sector, de por aquí, y me vayan a
atracar o algo. Así es Maracaibo, señor
turista, lo recordará igual que yo♪
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