Hay que ver que Maracaibo es una
cosa seria. Me gusta pensar que las ciudades se pelean por mi presencia, es una
forma de buscarle una explicación a las cosas tan raras que pasan cuando me voy
de viaje, sobre todo a Caracas.
Hoy me voy a Caracas por unos
días, y a Maracaibo no se le ocurrió otra cosa que ponerse lluviosa. Todos
estos días ha habido una pepa de sol,
terrible, con muchísimo calor, pero hoy, cuando tuve que salir a buscar un
pasaje para Caracas al mediodía y en temporada alta, Maracaibo se portó bien.
Siempre me hace esa gracia, ya sea a la ida o a la venida. La última vez que me
fui huyendo a Caracas fue hace dos meses, cuando las temperaturas acá llegaban
aproximadamente a los 50 grados, era insufrible. Entonces me voy a Caracas y aquí
empieza a llover, a hacer friíto, bueno pues, no se sabía si esto era Maracaibo
o Mérida, bueno, tanto así no.
Lo peor es que Maracaibo me
engaña, me engatusa, porque cuando vuelvo de mis viajes la encuentro fresca, hasta
un poco nublada, al menos los primeros días. Luego me aplasta con su calor y su
sol horrorosos, y así vamos. Con Caracas es algo parecido, cuando estoy allá
hace calor y cuando me regreso prenden el
aire. Sé que esto no se debe a mí, sé que son fenómenos meteorológicos y
que mi presencia es irrelevante, pero me gusta pensar que las ciudades viven y
son malas, o al menos muy bromistas, pero de un humor negro como sus
carreteras. Vamos a ver cómo me despide Maracaibo y cómo me recibe Caracas, y
deséenme buen viaje para poder contarles mañana, porque con estas carreteras
nunca se sabe, espero que las ciudades estén de buen humor y no me quieran
hacer víctima de sus bromas pesadas.
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