Hoy hablaba con unos amigos de
aquí de Caracas sobre las diferencias entre Caracas y Maracaibo, y entre las
muchas risas que nos causaba la imitación que uno de ellos hacía sobre unos
gangsters maracuchos, caímos en el inevitable tema de la inseguridad. Es
curiosa la diferencia entre los crímenes que se cometen en Caracas y los de
Maracaibo: mientras acá la norma es el atraco y los enfrentamientos entre
bandas, en Maracaibo el crimen es más organizado y es más visceral, por así
decirlo. En un post reciente hablaba sobre los malandros de por mi casa, pero creo que no les conté
a qué se dedican mientras no atracan a los visitantes no-vecinos del sector: se
dedican a clonar tarjetas de crédito, es decir, son tarjeteros. Esta modalidad ha tenido mucho auge en el crimen
organizado zuliano de los últimos años, además de la mega industria del
secuestro y extorsión, solo que a estos dos últimos se dedican personas con
perfiles más altos que unos simples malandritos de Veritas. Sin embargo, no
venía a hablar del crimen organizado, sino de ese otro crimen tan recurrente en
Maracaibo, el crimen visceral.
Lo llamo crimen visceral porque
ya no sé si sea pasional, no sé realmente qué te puede llevar a matar a una
persona a machetazos. Eso justamente me comentaba mi amigo, que ese tipo de
crimen no se ve en Caracas ni en el resto del país, que esas son vainas de Maracaibo, esos crímenes
horrorosos. La verdad no he escuchado de ese tipo de asesinato en otros sitios
del país, y me parece curioso que ocurra tanto en el Zulia. La gran pregunta es
¿por qué? La verdad no tengo la respuesta, pero sería algo digno de estudio,
creo yo. Mi amigo también me habló de esos crímenes horribles que llegan a la
prensa nacional con titulares como “Joven mata a su madre con un taladro” y la
reseña empezaría con algo como “Jesús Morales, de 19 años de edad, asesinó a su
madre al pedirle que le bajara el volumen de la música de rock pesado que
estaba escuchando. El joven ante la insistencia de su madre se alteró y luego
de someterla le perforó la cabeza en forma de cruz con el taladro y con la
sangre de su progenitora dibujó un pentagrama satánico donde colocó el cadáver,
presuntamente para llevar a cabo un rito. Vecinos dicen que pertenecía a una
secta satánica...” etcétera. Además de la redacción paupérrima que pretende
resaltar la relación entre el “rock pesado” y el satanismo que siempre ha
asumido la mayoría de imbéciles que conforman nuestra incólume sociedad,
también me parece algo lleno de morbo, y no quito que el crimen de hecho sea
horroroso, pero no lo hacen solo para relatar el crimen, sino para sugerir que
los rockeros somos satánicos y matricidas. Apartando esto, lo que en realidad
me sorprende es que mi amigo me dice que esos crímenes también sean algo que
ocurre casi siempre en Maracaibo, que en el resto del país no son tan
recurrentes.
Entonces, ¿será que en ese sentir zuliano viene incluida esa
violencia morbosa y horrible que sin querer ha hecho famoso a nuestro estado?
No sé, pero la verdad es que por encima de todo el horror que puedan causar
estas noticias, me parece muy curiosa esa relación que tan espontáneamente hizo
mi amigo entre dos cervezas. La violencia ya no solo es parte de nuestro día a
día, parece ser que ahora también es parte de la idiosincrasia de cada región del
país. ¡Llévatelo!
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